domingo, 22 de noviembre de 2009

Lo que nunca paso.

Solo tengo una cosa por decirte, tal vez recordarte, eres, cómo la canción de café Tacuba.

Hace mucho tiempo encontré lo que todo hombre desea encontrar, la compañía perfecta, la sincronía armoniosa, el universo completo, en fin… su media naranja. Eso paso en mi juventud, con una mujer que cambio la rutina, cambio lo cotidiano, adorno el mundo, encendió las luces y me enseño lo divino de la humanidad. Desgraciadamente, como todo tiene un ciclo, ese ciclo nuestro acabo, por problemas no divinos, sino humanos, errores míos, errores catastróficos, que el tiempo no remedia ni ayuda para olvidar.

Hoy en día estoy casado, con una hermosa mujer, una hermosa compañera, pero algo le falta, me he dado cuenta. Sentado en la camilla del Hospital, a mis 52 años con 2 hijos varones, Alfonso y Luis en honor a mis 2 abuelos, mi esposa me mira y yo la miro, el universo no se me ha completado con ella, mi vida la siento vacía. No se trata de una depresión, por qué no lo estoy, se trata de un hecho del cual me di cuenta esta mañana tras el infarto por taponamiento de la Arteria Circunfleja, rama de la A. coronaria izquierda, al parecer no paso a mayores, y ya siendo las 11pm, estoy estable. Al parecer no me acuerdo de lo que estaba haciendo en el momento que me dio el infarto, solo que estaba en mi casa.

A las 11:30 pm, del 30 de este mes, llego mi hijo mayor al hospital, Luis, y me preguntó que como seguía, al parecer él fue quien me trajo al hospital, donde un compañero de escuela, de universidad y de mujeres, simplemente mujeres en su forma degradada, me atendió. Estando el Dr. D, atendiéndome junto con otro colega, el Dr. V, los mire y les hice una pregunta que necesitaba que me respondieran, así fuera llamando a la familia de esa persona para que me dieran idea. Mi hijo estando en el cuarto puso atención a lo que yo estaba diciendo, a lo que él responde: “papá con el esposo de ella estabas hablando, antes de que te diera el infarto que te trajo acá, al que siempre nombras como el Necator Americanus de la relación”, el parasito que no se despegaba de tu “amiga”, como siempre le dices en las cenas familiares. Mire a mi hijo, al Dr. D, y al Dr. V y les pedí que me averiguaran por ella, y que esperaba respuesta mañana, el 31 sobre lo pedido.

Al otro día, a eso de las 7 am de la mañana, llega mi hijo Luis con solo el Dr. D, al parecer ambos tenían una cara de tragedia con un aura de dolor y tristeza. Les pregunté a ambos, ¿me paso algo mientras que estaba dormido o salió algo malo con alguien de mi núcleo? Ambos se miran y al parecer con sus miradas deciden hacer lo que siempre les dije: “Directo, sin curvas, las cosas como son para llegar directo al problema”. Mi hijo abre la boca para decir lo que paso, a lo que el Dr. D le dice, de esto me encargo yo. Claro el Dr. D, tomando esa iniciativa, el que me vio crecer, el que me vio feliz, triste, manchado, preocupado, deprimido, calvo, con pelo, afeitado, sin afeitar, es decir, el amigo de toda la vida que paso por todos mis momentos, el que JAMÁS tomaba la iniciativa, esto no era bueno…

Él simplemente dijo, amigo, colega, hermano de vida, padrino de mi hijo, “Ella” ha muerto, y esa noticia te la ha dado el N. Amercanus, cosa de la cual no te acordabas. Sí “Ella”, la que te cambio la vida de la manera más brusca del mundo, por la que tus ojos brillaban, por la que tu corrías, llorabas, bailabas, cosa que te encanta, (Lo que él dice con un tono sarcástico), por la que tu llegaste a llorar y todavía lo haces por ella. Ahora sí estaba deprimido, la mujer de mi vida, que sigue en pie se había ido y jamás le pude decir lo que le quise decir, siempre por el protocolo que teníamos… “Hola ¿Cómo vas?, eso con una sonrisa, ella respondía y me preguntaba, yo le respondía y nos despedíamos”… el cual siempre quise desquebrajar, acercarme y decirle al oído, con un tono de pasión… Te extraño. Ahora no lo hice, demasiado tarde al parecer.

En ese momento, llego un joven en saco y corbata, con un papel, al parecer el abogado de la familia de ella. Ese papel contenía lo que menos me esperaba, lo que una vez le prometí y ¿ella me lo estaba recordando en el testamento? Por qué le hice esa promesa, pensé en jamás cumplirla y que yo no la tenía que cumplir por que iba a morir primero. Me duele en el alma tener que cumplirla, pero como caballero he decidido hacerlo, te prometí llevarte Black Baccara, cada cumpleaños tuyo y cada día del aniversario de tu ida de la tierra… Al parecer me tocara llevarte 2 el mismo día, que ironía.

Pues sí mujer, eso fue todo lo que paso antes de tomar la decisión que tome, no quería llevarte 2 rosas, de las que me encantan, cada año, el mismo día, simplemente decidí traértelas personalmente, quiero mi universo vuelva a estar completo, que mi vida sea armoniosa, así tu no estés conmigo, simplemente a tu lado me siento así.