lunes, 19 de octubre de 2009

El último sueño

En Junio te vi por primera vez, eso pensé. Al parecer estabas en el hospital por un accidente automovilístico en el cual tuviste una contusión a nivel occipital y temporal. Tú ese día y los subsiguientes no me lograste ver u oír y el caso estaba siendo tratado por mí gracias al consentimiento de tu madre, aquella mujer comprensiva que entendía lo que nos había pasado.

El pronóstico fue favorable, con algunos medicamentos y unas 2 cirugías podrías llegar a recuperar tu audición y visión, aunque no con la agudeza que tenías antes. Al parecer empecé a recordar momentos de mi vida, al informe no te me hacías tan extraña, y por tu culpa mis noches en vela, por intentar darte una mejor calidad de vida. Recordé una pequeña sombra en mis recuerdos, eras tú y un accidente. Quede con incertidumbre sobre esa “memoria”, ese recuerdo, esa “sinapsis” de conexiones rotas y repasos olvidados. Al llamar a mi madre, mujer tosca de estatura media y actitud carismática con aura de respeto, me llamo la intriga y le pregunté sobre la “idea” reanimada a lo cual ella me respondió con una frase que me puso atónito. Esa frase tenía un mensaje parecido a lo siguiente: “Tu no la recuerdas por que jamás paso, tu no la sientes por que jamás la viviste.” No me convencía esa respuesta, aunque sonaba lógico, posiblemente porque siempre voy en contra de la dirección que lleva el rio. Estoy más que seguro y apuesto mi vida y mi cordura a que ese Junio no fue la primera vez que te vi. Te recuerdo alrededor de un Octubre, con una camisa negra, tan negra como la noche en el desierto del Sahara, con tonalidades ocre como las de la nebulosa del águila y tus ojos… Esos ojos que me apasionaron mucho más que la nebulosa NGC 6751. Desafortunadamente los míos estaban a 100000 años luz, contemplando a otro ser, hasta donde recuerdo. Afortunadamente el tiempo perdido en ella, fue recuperado contigo y aprovechado al máximo. Fue poco tiempo lo que vivimos, pero en emociones y sentimientos, fueron más de 10 siglos, más de lo que tú y yo podremos recordar.

Seguí pensando cuando fue que realmente te vi, pero no logro recordar más que un Octubre… Al parecer estamos en Octubre y estoy agonizando, el tiempo se me está acabando y lo anterior no es más que algo generado por la anestesia y el coma en el que me encuentro, al parecer tu eres la médica y yo soy el paciente. Me hicieron la primera cirugía y todo salió perfecto, pero en la segunda se complico todo, estoy agonizando y te lo recuerdo, jamás te vi, pero sí te sentí. Durante mis últimos momentos supe que estuviste ahí dándome fuerzas. Al parecer en ese Octubre, “que te vi con esa camisa negra con tonalidades ocre y aquellos ojos que me apasionaron”, sí te vi o mejor, sí me viste, eso pasaría 3 meses después de mi accidente, eso era un sueño que ahora se hacía una triste realidad, te vi en el último minuto que recuerdo y me enamoraste. Ese último minuto fue el de mi funeral.